Trabaja con el texto cuanto quieras, memorízalo, haz un análisis exhaustivo, piénsalo…
Pero una vez que te levantes de la mesa -con la seguridad que te da el habértelo trabajado de arriba a abajo- ve generosamente al ensayo a entregarte al trabajo, a entregar lo que la dramaturgia te pide, entregarte a tus compañeros durante semanas o meses de exploración (el resto de actores/actrices pero también director/a).
Hay un tiempo de pensar. Y luego hay uno de decir. Cuando se acabe el tiempo de las palabras, abandónate al de tus emociones sin resistencias, con toda tu alma, y no tendrás la sensación de equivocarte (necesitará más o menos ajuste, y ahí estará el director/a para guiarte, acompañándote).
Quien ofrece verdad… nunca puede estar equivocado.
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