Llegan los ’50 y la dinámica del sistema de estudios se demoronaba definitivamente, así que liberados de su papel de oficinistas, los directores de casting comienzan a abrir sus propias Agencias independientes…
La primera de Nueva York fue la de Marion Dougherty. La instaló en una casita remodelada de arriba a abajo en la que el ambiente era indescripible en palabras de sus asistentes: «-Lo llevaba con tal elegancia y discreción que, en broma, todas nosotras lo llamábamos ‘el burdel’… Era generosa, para nada egocéntrica, delegaba, nos cedía muchas competencias… «
Era un sitio peculiar del que Marion habilitó la planta a nivel de calle para la agencia y el resto se alquilaba: en el cuarto de la caldera vivía un viejo actor secundario, en un habitación del primer piso un guionista ciclista que dejaba su bici por los pasillos mientras escribía una historia que luego ganaría un oscar, en los bajos la agencia de un representante… Imaginen el ambiente aunque, por supuesto, había que poner algún tipo de orden.
[Esto también nos suena, no? Todavía recuerdo cuando los casting se ponían en los tablones de las escuelas. Y llamabas. Y hablabas directamente con el director/ra de casting… Pero claro, eso era allá por el 2003-2004 antes del boom de los anuncios 2.0 y esa abalancha de escuelas y cursos que ‘generan’ mil aspirantes más de los que el mercado puede absorver… Panorama alentador para dejar que cualquiera, pongamos que los 10.000, se cuele en tu oficina a decirte unas cositas y dejar su material, lo sé, pero un término medio compañer@s. Seguro que en ese Universo audiovisual requetecomprimido y archiapretado de agenda imposible pueden abrirse ‘ventanas espacio-temporales’ para hacer más pruebas de archivo entre proyectos, entrevistas, etc, no sé… Espero al menos que haya para mi representante… Cuñita publicitaria, es lo que hay, es mi bló]
Pero siguiendo con la amiga Marion… Su máxima se basó en el ‘estilo neoyorquino': buscaba actores con look o personalidad con estilo, peculiares, mientras que en Hollywood se buscaban actores guapos y… convencionales.
Su homólogo en Hollywood fue Lynn Stalmaster, que tenía una creencia: conseguir verdad. Al hacer un casting esperaba y valoraba lo especial, lo mágico, eso intangible que no sucede todos los días. Era muy consciente de que en una audición hay una presión tremenda.
Los actores necesitan confianza ¡Todos los actores son rechazados alguna vez! Yo luchaba para que no se vinieran abajo
En el documental había muchos testimonios pero me hizo especial gracia Woody Allen hablando de su fobia al proceso de casting: «-No me gusta conocer gente… en general… y estoy incómodo en las pruebas. Son actores importantes y… ¡no quiero quedar en ridículo o mal al elegir entre seis que lo hacen todos bien!» (y ahora le ponen esa vocecilla neurótica que tan bien conocemos).
Y el de Pacino imponente también: «-Mi palabra favorita es encouragement (animar) y Marion lo hacía a la perfección en este negocio… Entendía los apuros de los actores: ‘pay the rent and eat‘ (pagar el alquiler… Y comer)». La admiración entre ambos era mutua. Ella decía que cuando le vió en una de las primeras pruebas le puso la piel de gallina, algo que sólo le había pasado tres o cuatro veces en su vida.
Para Scorsese esta ‘mujer civilizada’ tenía muy presente que los actores no eran bichos raros, eran personas y los recibía y calmaba ya que las audiciones pueden ser muy angustiosas.
Marion Dougherty intentaba hacer de un proceso ingrato una buena experiencia y buscaba en el interior de cada intérprete lo que les hacía especiales. Y después lo usaba para definir a los personajes. Chapeau.
Llegan los ’70. Se muda a California. Se convierte en la primera mujer vicepresidenta de Paramount Pictures aunque tres años después se va a la Warner. Es la década en que el negocio se hace más corporativo y menos personal y por ende las decisiones de casting se toman de forma corporativa y no creativa.
[Y así sigue siendo. Algunos lo sabrán y otros no pero ahora las decisiones audiovisuales, cinematográficas y lo que viene siendo si trabajas o no las toman señores-señoras trajeados sentados en despachos de cadenas de televisión, eso sí primero te tiene que proponer un director/a de casting… y eso es otra historia… larga, créanme]
La que fuera ‘centro del negocio’ empezó a sentirse relagada. Su intuición ya no cotizaba al alza. En 1999 la sustituyen en la Warner. Murió sin que prosperara la propuesta de muchos que apoyaban que se le otorgase un premio Oscar honorífico a su labor. Nunca lo consiguieron. Conmovedoras las cartas que a viva voz leen en el documental actores conocidos que postularon para que fuera un hecho, incluyendo al bueno (el feo o el malo) de Clint Eastwood. La que más impactaba, la de un secundario-mítico-del que no recuerdo el nombre que, rozando sus ochenta años, se emociona y se le quiebra la voz recordando cómo ella le dió la primera oportunidad a ‘su culo gordo, viejo y fofo’…
Muy anticorporativo y poco cool sí, pero de verdad… como a un director/a de casting con talento le gustaría.
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