«Mi lerdismo de principios del blogueo no llegaba a conocer el paradero de eso que es Exportar entradas así que van a ver todas las primeras de este blog (que pertenecen a anteriores bitácoras remontadas a una selección desde 2008) con las mismas fechas y, por ende, con este cartelito testigo de mi ignorancia… En el pecado llevas pues la penitencia. Mea culpa. A sus pies»
Puede que debido a mi cinefilia recalcitrante el amable lector crea que me refiero a la cámara de cine y a las banderas que utiliza Fotografía para recortar la luz. Pero no. Son los apellidos de un tal Antonio y un tal Javier y que traigo a colación porque me ayudan a ilustrar lo que viene siendo «la buena gente».
En sendas entrevistas contaron dos anécdotas. Banderas explicó que cuando llegó a Hollywood, y a los hotelazos donde le alojaban, a él «le daba apuro llamar al servicio de habitaciones», que le daba cosita molestar, así que se bajaba a alguna tienda y se compraba pan y mortadela y se la comía en el hotelazo porque al fin y al cabo era sólo un muchachito de Málaga…
Javier Cámara contó que cuando llegó a Madrid desde su pueblo, Albelda de Iregua (La Rioja) y subió por primera vez al metro, entró en el vagón y dijo: «Buenos días». Por supuesto nadie contestó…
La buena gente es esa cuya forma de enfrentarse a la vida, noble y sencilla, provoca ternura. Estando a su lado no puedes temer traición. Hay mucha, y no es tan conocida, pero es igual de candidata a etiquetarla:
‘Para quedársela y llevársela a casa’
Cómo me gusta la buena gente…
(Entrada del antiguo Blog: viernes, 30·abril·2010)